13-1-2023 / Barcelona no contará con cocinas ni supermercados fantasma. Objetivo: proteger el comercio de proximidad y la vida vecinal. Así lo contempla la propuesta de Plan especial de actividades vinculadas al reparto a domicilio que el Gobierno municipal llevará a aprobación definitiva en el pleno de este mes.
Se trata de un plan de usos que pone límites a un tipo de actividad surgida con la pandemia y que quiere blindar los barrios y el tejido urbano de la apertura de nuevas cocinas y supermercados fantasma, hacer desaparecer los supermercados fantasma existentes y facilitar que el comercio de proximidad pueda realizar reparto a domicilio de forma ordenada.
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A raíz de la pandemia, el comercio electrónico y las entregas a domicilio de compras, alimentos y comidas preparadas tuvieron un alto crecimiento. Con lo cual crecieron las actividades dedicadas a estos servicios, que habitualmente no están abiertos al público y suponen un movimiento importante de repartidores en el entorno inmediato.
Surgieron negocios como las cocinas fantasma o macrococinas, que agrupan a varias cocinas industriales en espacios normalmente grandes y opacos sólo dedicados a hacer pedidos para repartir, generando problemas de olores y ruidos.
Además, están los black stores o supermercados fantasma, que son almacenes de alimentos en los que se preparan las compras online para entregarlas a domicilio. Ambos tipos de establecimientos aparecieron sin un marco normativo que los regulara y generaron rechazo vecinal y tensiones por la movilidad y por el uso muy intensivo del espacio público y los problemas de convivencia que se derivan.
Para evitar un crecimiento desordenado de estas actividades, en marzo de 2021 se aprobó una suspensión de licencias vinculadas a las macrococinas para avanzar hacia una nueva regulación. Y en marzo del pasado año, el Gobierno municipal aprobó inicialmente el plan de usos que ahora, tras incorporar mejoras recogidas a través de un proceso participativo y las conversaciones con los grupos, se llevará a aprobación definitiva. El espíritu del documento está muy claro: equilibrar el uso de los espacios urbanos, garantizar un modelo comercial sostenible y hacer compatibles las actividades económicas con el día a día del vecindario y el derecho a la vivienda.
‘No’ a las cocinas y supermercados fantasma
Por un lado, los supermercados fantasma quedan totalmente prohibidos. Esta actividad no tiene cabida en la ciudad por las molestias que causa y, por tanto, no se podrá implantar ninguna. Los establecimientos de este tipo que han estado operando podrán transformarse en otras actividades permitidas. En concreto, en almacenes alimenticios sin reparto a domicilio o en supermercados abiertos al público.
Por tanto, una vez entre en vigor la nueva normativa, el consistorio llevará a cabo el control pertinente para asegurar que los locales que han funcionado hasta ahora de forma alegal como supermercado fantasma se adecuen a una actividad permitida.
En cuanto a las cocinas fantasma, no podrá abrir ninguna en los barrios de Barcelona. Sólo se prevé una única excepción: se admiten en el ámbito industrial de la Zona Franca, siempre y cuando haya un máximo de un establecimiento en un radio de 400 metros –equivalente a tres manzanas del Eixample–.
Esto es una novedad respecto a la aprobación inicial, que también preveía en los polígonos del Besòs y de la Marina del Prat Vermell, pero ahora se restringe esta posibilidad por la proximidad de estos entornos industriales a ámbitos residenciales. Además, para evitar que los establecimientos de platos preparados se conviertan en cocinas fantasma encubiertas, se establecen condiciones de densidad y superficie máxima para este tipo de actividad.
Reparto a domicilio
Otro de los ejes básicos del documento es cuidar el espacio público y evitar el desorden y saturación que puede producir el ir y venir constante de repartidores que muy a menudo va asociado a la entrega a domicilio.
Por eso, se internalizan en los propios establecimientos las necesidades de movilidad del servicio a domicilio, y habrá una serie de establecimientos que tendrán que regularizar la actividad de reparto a través de una autorización.
Esto será de aplicación en los establecimientos de restauración, en función del tamaño. Por tanto, los restaurantes que reparten comidas a domicilio tendrán que disponer de un permiso específico para esta actividad complementaria, y deberán solicitarlo durante los dos años siguientes a la entrada en vigor del plan.
Para obtener el permiso complementario será necesario dedicar un mínimo del 40% de su superficie a uso público, un requisito que quiere impedir que cocinas o supermercados fantasmas abran una ventanilla de venta y camuflen así su actividad. Además, tendrán que permitir a los repartidores el acceso al establecimiento, incluido el uso de los servicios.
Aparte, los locales tendrán que reservar un espacio de espera para los repartidores en función del tamaño del establecimiento. Los de menos de 200 m2 no será necesario que reserven; los de entre 200 m2 y 300 m2 tendrán que destinar 10 m2 de espacio de espera para los repartidores, y los establecimientos que tengan una superficie de más de 300 m2 tendrán que reservar 5 m2 de cada 100 m2 para los repartidores y podrán tener como máximo una estación de cocción.
Reparto a domicilio
Otro de los ejes básicos del documento es cuidar el espacio público y evitar el desorden y saturación que puede producir el ir y venir constante de repartidores que muy a menudo va asociado a la entrega a domicilio de las actividades. Por eso, se internalizan en los propios establecimientos las necesidades de movilidad del servicio a domicilio, y habrá una serie de establecimientos que tendrán que regularizar la actividad de reparto a través de una autorización.
Esto será de aplicación en los establecimientos de restauración, en función del tamaño. Por tanto, los restaurantes que reparten comidas a domicilio tendrán que disponer de un permiso específico para esta actividad complementaria, y deberán solicitarlo durante los dos años siguientes a la entrada en vigor del plan.
Para obtener el permiso complementario será necesario dedicar un mínimo del 40% de su superficie a uso público, un requisito que quiere impedir que cocinas o supermercados fantasmas abran una ventanilla de venta y camuflen así su actividad. Además, tendrán que permitir a los repartidores el acceso al establecimiento, incluido el uso de los servicios.
Fotos: Ayuntamiento de Barcelona