6-1-2021 / Si se cumplen los plazos previstos, en el primer trimestre de este año empezará a habitarse un nuevo rascacielos en la ciudad, que empieza a ser conocido como edificio Antares. Esta situado en la confluencia de la Rambla Prim con la Diagonal, delante del Fòrum. En sus 24 plantas alberga 89 pisos de lujo, incluidos varios superáticos de gran lujo en las tres plantas superiores.
El edificio, que tiene tres plantas subterráneas, ha tenido una compleja gestación. Lo comenzó la promotora Espais y cuando estaba el esqueleto a medio construir el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis paralizó las obras.
Tras estar al menos ocho años sin actividad, hacia 2017 el fondo de inversión luxemburgués Shaftesbury Asset Management compró el edificio a Espais por 45 millones de euros y reanudó las obras, cambiando, con el beneplácito del Ayuntamiento, el uso y la configuración inicial de edificio de oficinas a viviendas de alto standing.
En septiembre de 2019 el edificio volvió a ser noticia al divulgarse que un inversor ruso había efectuado la prerreseva de uno de los áticos, que al parecer ocupa toda una planta, por entre ocho y nueve millones de euros, según informó Crónica Global. que indicaba entonces que el edificio «es una de las promociones de viviendas en la Ciudad Condal de más nivel».
El inmueble, además de las 89 viviendas, consta de 80 trasteros y 155 plazas de aparcamiento. La superficie construida está entorno a los 30.000 metros cuadrados. En las imágenes artísticas que se han divulgado del edificio figura en la cubierta una impresionante terraza jardín, que desconocemos si usarán todos los vecinos del edificio o solo los afortunados inquilinos de los superáticos, que tienen doble altura.
Un cartel a pie del inmueble indica que la finalización de las obras está prevista durante el primer trimestre del año. Y parece que se cumplirá, pues el edificio ya luce en casi todo su esplendor, si se exceptúa la valla situada al nivel del suelo.
Indicar por último que el edificio está situado en el barrio del Besòs i del Maresme, una de las zonas más deprimidas de la ciudad. El edificio podría simbolizar el lujo extremo en Barcelona, precisamente en una zona donde a pocos metros se hace patente la desigualdad más lacerante.