Barcelona 16-7-2018 / El Ayuntamiento de Barcelona acaba de terminar La Estrategia sobre cambio demográfico y envejecimiento, un ambicioso plan que recoge 77 acciones diferentes hasta el año 2030 con el fin de anticiparse al proceso de cambio demográfico y de envejecimiento progresivo de la población.
El documento, que está previsto presentar el próximo Consejo Plenario como una nueva Medida de Gobierno, parte de un diagnóstico muy precisa sobre la realidad actual y las proyecciones demográficas y se basa en una premisa clara: el análisis detallado y las evidencias científicas son los elementos que más pueden ayudar a planificar políticas públicas efectivas a medio y largo plazo.
De hecho, parte de las 77 acciones que recoge la medida de gobierno ya se llevan a cabo en la actualidad, y precisamente porque han demostrado su validez se considera que serán claves en un futuro y por eso hay que fortalecerlas.
En la actualidad, una tercera parte de las personas mayores de 75 años viven solas en la ciudad. Esto equivale a cerca de 55.000 personas, la gran mayoría de las cuales son mujeres.
En paralelo, la media de la esperanza de vida en la ciudad es de 83 años, con una tendencia continuada al alza y, por lo tanto, todo apunta a que esta cifra aumentará aún más durante los próximos años. La vejez no implica necesariamente dependencia, pero hay indicadores que muestran que es especialmente a partir de los 80 años cuando las limitaciones de la vida diaria y las necesidades de ayuda se incrementan y eso, obviamente, se traducirá en un aumento continuado de todos los servicios de apoyo que reciben estas personas. Actualmente cada día se incorporan 13 personas de media al servicio de Teleasistencia y 6 personas más entran al Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), sobre todo mujeres.
Supermanzanas de cuidado y proximidad
La apuesta del Ayuntamiento, además de seguir destinando más recursos a los servicios ya existentes, pasa por avanzar progresivamente en la construcción de las denominadas «supermanzanas sociales», entendidas como un nuevo paradigma de servicios sociales capaz de dar una atención de proximidad y más vinculada al territorio.
En este sentido, hace semanas que se pusieron en marcha tres pruebas piloto dentro del actual Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) para explorar esta posibilidad. Nuevamente, la puesta en marcha de estos ensayos parte de un diagnóstico previo inédito en la ciudad, como ha sido la construcción de un mapa isla a isla con el número de usuarios del servicio y la posibilidad de agruparlas en equipos de atención cercanos y estables, así como diferentes informes sobre las condiciones laborales de las personas trabajadoras.
No es la única medida que se ha hecho en la línea de avanzar hacia este cambio de paradigma cada vez más centrado en la persona y individualizado, como demuestra la puesta en marcha de otro proyecto piloto en dos barrios de la ciudad dentro de los que por primera vez en Cataluña hay una interconexión automática de los datos sociales y sanitarias. Esta iniciativa, trabajada con la Generalidad de Cataluña, ha tenido otras réplicas como es la mejora de los protocolos para detectar casos de maltrato entre la gente mayor.
La reorientación estratégica se hace aún más necesaria una vez estudiados y analizados los diferentes 62 servicios y programas para la tercera edad que ya existen en la ciudad y los distritos, y que quedan igualmente recogidos en un catálogo específico. Las principales políticas dirigidas a las personas mayores tienen un peso económico muy relevante, dado que actualmente uno de cada tres euros de gasto del Área de Derechos Sociales van destinados a este colectivo y la previsión es que este presupuesto esto siga aumentando. En 2015, por ejemplo, se presupuestaron 83,8 millones de euros, una cifra que se ha incrementado un 65% hasta los 138,3 millones previstos para este 2018.